¡Hola a todos! Yo soy Caroline, una francesa que decidió cambiar la baguette y el queso por la mochila y el pasaporte. A los 32 años, ya he tenido la oportunidad de descubrir muchos horizontes, pero nada me había preparado para la riqueza y la diversidad de Tailandia. Y hoy, he decidido hablarles de una experiencia particular que me marcó: un curso de cocina en Chiang Mai.
Como saben, viajar es mucho más que visitar lugares, tomar fotos o comprar recuerdos. Viajar también es descubrir culturas, tradiciones y sabores. Para una golosa como yo, ¿qué mejor manera de sumergirse en la cultura tailandesa que a través de su cocina! Y cuando se trata de cocina, Chiang Mai, en el norte de Tailandia, es simplemente el paraíso.
Así que prepárense para un viaje culinario memorable mientras los llevo a través de mi experiencia en un curso de cocina en Chiang Mai. Compartiré con ustedes los olores, los sabores y los colores que hicieron de ese día una verdadera sinfonía de los sentidos. ¡Vamos, pónganse el delantal, tomen su cuchara de madera, y embarquemos!
I. Elegir la escuela de cocina: la embarazosa elección
Debo admitir que elegir entre las numerosas escuelas de cocina en Chiang Mai fue un verdadero desafío. De hecho, esta ciudad es conocida por ser la capital de los cursos de cocina en Tailandia, y las opciones son casi infinitas. Sin embargo, después de pasar horas leyendo opiniones y comparando programas, finalmente me decidí por la escuela de cocina Pantawan.
¿Por qué esta elección, se preguntarán? Primero, me sedujo el hecho de que ofrecen un menú diferente cada día, reflejando las diversas regiones de Tailandia. Así tuve la oportunidad de elegir el día que mejor se adaptaba a mis gustos culinarios. Luego, la idea de cocinar en una casa tradicional de madera de teca, en medio de un jardín exuberante, tenía un encanto irresistible. Sentía que podría vivir una experiencia auténtica, lejos de los caminos trillados.
Por supuesto, la idea de una inmersión total en tierras extranjeras puede parecer muy atractiva para muchos viajeros. Y, de cierta manera, lo es. Sin embargo, cuando se trata de aprender una habilidad tan delicada y compleja como la cocina tailandesa, la importancia de la comprensión total no puede ser ignorada.
Me encantó la escuela de cocina Pantawan. Sin embargo, la barrera del idioma presentó algunos desafíos. Aunque hablo inglés fluidamente, a veces me encontré un poco perdida durante la explicación de las técnicas culinarias o la historia de los platos. Me hubiera gustado comprender más las sutilezas de la cocina tailandesa y las historias culturales que la acompañan. Aquí es donde un curso de cocina en francés habría marcado la diferencia.
Los clases de cocina en Chiang Mai en español, como el que se ofrece en este sitio, están diseñados para ofrecer una experiencia inmersiva al tiempo que aseguran una comprensión total y un aprendizaje profundo. Ofrecen la posibilidad de hacer preguntas específicas, obtener respuestas detalladas y profundizar verdaderamente en el conocimiento de la cocina y la cultura tailandesas. Todo esto es posible sin la barrera del idioma que a veces puede hacer el aprendizaje más complejo y menos fluido.
Por lo tanto, aunque no lamento mi elección, creo que la opción de un curso en francés ofrece un valor agregado considerable para nosotros, los hispanohablantes. Después de todo, ¿no debería ser el aprendizaje tan placentero y fácil de entender como sea posible?
II. La visita al mercado: una inmersión en la frescura de los productos tailandeses
Al llegar a la escuela, fui recibida por Noodel, nuestra instructora, cuya sonrisa contagiosa y entusiasmo palpable prometían un día memorable. ¡Y no me decepcionó! Pero antes de contarles más, permítanme describir nuestro primer paso: la visita al mercado local.
Después de una rápida presentación del grupo – viajeros de todas partes del mundo, tan impacientes y curiosos como yo – nos dirigimos al mercado local. Lo admito, al principio, estaba un poco desconcertada por el tumulto, los colores vivos y los olores desconocidos. Pero muy pronto, guiada por nuestra instructora, Noodel, la emoción prevaleció.
Los mercados en Tailandia son lugares de vida increíbles, donde uno descubre la autenticidad del país. El mercado que visitamos estaba repleto de productos frescos: frutas de colores brillantes, verduras de las que desconocía su existencia, especias con aromas embriagadores. Lo que más me impresionó fue la abundancia de hierbas frescas, todas tan aromáticas como las demás. Ahí fue cuando me di cuenta de cuánto la cocina tailandesa es una cocina de frescura.
Noodel nos guió a lo largo de esta visita, explicándonos la particularidad de cada ingrediente, su uso en la cocina tailandesa. Fue fascinante aprender tanto sobre estos productos que, en su mayoría, eran totalmente desconocidos para mí. Descubrí el galanga, una especie de jengibre más suave y aromático, la citronela, utilizada en muchas recetas por su fragancia a limón, y el chile pájaro, un pequeño chile rojo brillante cuya intensidad es proporcional a su tamaño.
Armada con mi pequeña cesta, me encantó elegir mis ingredientes para la clase de cocina, oler, tocar, descubrir. Fue un verdadero placer sensorial y un anticipo de la experiencia culinaria que me esperaba.
Lo que particularmente disfruté de esta visita fue esa conexión con la cultura tailandesa, ese intercambio con los vendedores locales, sonrientes y acogedores. También fueron esos momentos compartidos con el grupo, entre risas y vacilaciones frente a ciertos productos. En resumen, no fue solo una visita al mercado, fue una verdadera inmersión en la cultura tailandesa a través de su cocina.
Próxima parada: ¡a los fogones!
III. A los fogones: el placer de cocinar
Después de llenar nuestros cestos con colores y sabores en el mercado, nos dirigimos al salón de cocina de la escuela, un magnífico espacio abierto que da a un jardín exuberante. El entorno era encantador, una verdadera invitación a la creatividad culinaria. Cada uno de nosotros tenía su propia estación de trabajo, equipada con todos los utensilios necesarios. Nuestros ingredientes recién comprados estaban allí, listos para ser transformados.
Noodel, con su paciencia y dinamismo contagioso, supo poner a todos a gusto. Estaba un poco nerviosa al principio, temiendo cometer errores, pero ella nos aseguró que lo importante era divertirse y aprender. Cada plato se demostró paso a paso, compartiendo técnicas y consejos con generosidad. Lo que aprecié fue este enfoque didáctico, pero también muy humano, de la cocina.
Me encantó el aspecto manual de la cocina tailandesa, el placer de preparar uno mismo las pastas de curry, de sentir las especias liberándose bajo la acción del mortero. Me sorprendió la diversidad de técnicas utilizadas, algunas ajenas a mi cocina cotidiana, como el uso de un wok para saltear los vegetales o freír el arroz. Cada receta era un nuevo desafío, una nueva aventura.
Y luego, llegó el momento mágico de la degustación, el placer de probar tus propias creaciones, de compartir impresiones con los demás participantes. Es un orgullo increíble darse cuenta de que yo también pude cocinar esos platos tailandeses que tanto admiro.
IV. Saborear las creaciones: la apoteosis del viaje culinario
Finalmente llegó el momento tan esperado: el de degustar nuestras preparaciones. Con un toque de orgullo (y un estómago que empezaba a rugir seriamente), nos sentamos en una larga mesa de madera en la terraza. El jardín verde se desplegaba ante nosotros, bañado por una suave luz del crepúsculo. El escenario estaba listo para una degustación inolvidable.
Debo admitir que nunca creí que un Pad Thai, un curry verde o una sopa de leche de coco preparados por mí pudieran tener tal sabor. Sin embargo, cada bocado era una explosión de sabores, revelando la complejidad y la sutileza de la cocina tailandesa. El picante del curry, el dulce de la piña en el arroz frito, el salado de la salsa de pescado, todo equilibrado por la frescura de las hierbas… Era simplemente divino.
Esta degustación fue un verdadero momento de compartir, entre risas, elogios e intercambios sobre nuestras experiencias de viaje. Me di cuenta de cuánto la cocina puede acercar a las personas, sin importar su origen. Es esta experiencia humana, más allá de las simples técnicas de cocina, lo que hizo este día tan especial.
Al irme, con el estómago y el corazón llenos, me di cuenta de cuánto esta experiencia había enriquecido mi viaje. No solo me llevaba nuevas habilidades culinarias y deliciosas recetas para recrear en casa, sino también recuerdos preciosos y una mejor comprensión de la cultura tailandesa.
V. Conclusión y consejos para tu propia aventura culinaria
Al final de este día lleno de colores y sabores, siento que he vivido una experiencia única, intensa, auténtica, que permanecerá grabada en mi memoria de viajera. Participar en una clase de cocina en Chiang Mai no es simplemente aprender a preparar platos tailandeses; es una inmersión en el corazón de una cultura rica y fascinante.
Si tienen la oportunidad de vivir una experiencia así, les recomiendo encarecidamente que la aprovechen. Aquí les dejo algunos consejos que recopilé durante mi aventura:
- Elija su curso con cuidado: Hay muchos cursos de cocina en Chiang Mai, cada uno con su propio estilo y especialidades. Tómese el tiempo para investigar, lea las opiniones de participantes anteriores y elija el curso que mejor se adapte a sus intereses y preferencias culinarias.
- Haga preguntas: No dude en hacer preguntas a su instructor, ya sea sobre los ingredientes, técnicas de cocina o la cultura tailandesa. Está ahí para aprender, ¡así que aproveche!
- Tome notas: Aunque la mayoría de los cursos proporcionan un libro de recetas, puede ser útil tomar sus propias notas, especialmente sobre trucos y consejos que no aparecen en el libro.
- Esté preparado para ensuciarse las manos: Los cursos de cocina tailandesa son muy prácticos. Esté preparado para picar, revolver, freír y, sobre todo, ¡divertirse!
- Disfrute de la experiencia: Finalmente, lo más importante, saboree cada momento. Ya sea el recorrido por el mercado, la preparación de los platos o la degustación, cada momento es una oportunidad para descubrir y aprender algo nuevo.
Y ahí lo tienen, queridos lectores, mi relato de un día dedicado a cocinar y degustar deliciosos platos tailandeses en Chiang Mai. Espero que esto les haya inspirado a vivir su propia aventura culinaria en Tailandia. Y si lo hacen, no olviden compartir sus experiencias conmigo. ¡Buen viaje y buen provecho!
Caroline Moreau
Originaria de Lyon, soy una trotamundos apasionada que siempre ha tenido un gusto por la aventura. A los 32 años, ya he visitado más de 30 países, cada viaje me permite añadir una nueva receta a mi cuaderno de cocina personal. Antes de dedicarme por completo a mi pasión por viajar y la cocina, trabajaba como ingeniera informática. Hoy, comparto mis experiencias culinarias y relatos de viaje para inspirar a mis lectores a explorar el mundo y ampliar sus horizontes culinarios.